Se le atribuye la palabra «religiosa» debido a la posición de las patas delanteras, lo que le da el aspecto de alguien rezando. En esta entrada conoceremos más información sobre la mantis religiosa.
Su cabeza tiene forma triangular, ojos grandes y patas puntiagudas y espinadas. La cabeza es muy móvil y sus ojos le dan una buena visión binocular. La mantis tiene el cuerpo preparado para la depredación: el primer segmento del tórax es muy largo y con el segmento superior de las patas le brinda un mejor alcance para agarrar a sus presas.
Como habíamos dicho en la entrada anterior, la mantis religiosa se alimenta salvajemente de insectos. El proceso de ataque es el siguiente: en primer lugar localiza a su presa con su visión binocular y calcula la distancia, la velocidad y la dirección indispensables para atrapar a su alimento. Luego extiende completamente las patas anteriores, flexiona las tibias en torno a su víctima y la sostiene con fuerza. Sostiene a la presa con sus patas y la devora viva y entera.
La mantis religiosa es muy solitaria, solamente se reúne con sus pares una vez al año para reproducirse. EL macho tiene que seducir a la hembra para se aparee con él y no se lo coma. Pero, durante o luego del apareamiento la hembra acostumbra arrancar la cabeza del macho.
Luego la hembra pone de 100 a 300 huevos aproximadamente en una espuma blanca que se denomina ooteca, arriba de alguna hoja o rama. Los huevos se abren en la primavera.
En cuanto a las amenazas, las principales son las aves y otros animales que se alimentan de ellas. Su población no se encuentra en peligro alguno. Es una especie de insecto muy querida por los humanos, ya que termina con insectos dañinos para los cultivos y para la vida cotidiana.